Página personal de Paco Arjonilla (Dr. Ing.)
¿Qué es la inteligencia? ¿Existen entes más inteligentes que los humanos? ¿Están relacionadas las matemáticas y la inteligencia? Éstas y muchas otras preguntas similares definen mis temas de investigación.
Nuestro entorno modela la forma en que pensamos. El mismo conocimiento que facilita el avance tecnológico es, muchas veces, el obstáculo para entender con mayor profundidad el mundo en el que vivimos. Por eso es importante estudiar las preguntas además de las respuestas: identificando los sesgos y los supuestos que se ocultan tras cada pregunta, se podrán reformular las preguntas sin esos sesgos. Por ejemplo, en la pregunta ¿Existen entes más inteligentes que los humanos?, estamos suponiendo que las inteligencias se pueden comparar, de modo que toda entidad que no sea comparable con los humanos no se estudiará. Bien podrían existir sistemas más inteligentes que nosotros y tenerlos delante, que no podríamos reconocerlos.
Las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza. Sin ellas, los avances tecnológicos y científicos no serían posibles. En el campo de la inteligencia se usan principalmente para analizar las evaluaciones de inteligencia tanto de personas como de máquinas. No se usan tanto para describir la inteligencia misma, básicamente porque no existe una teoría satisfactoria que modelar. Sin embargo, el marco matemático utilizado podría tener un papel esencial para comprender las bases de la inteligencia.
La teoría de categorías es el campo matemático que describe la estructura. Con ella se pueden formar analogías entre conceptos dispares y usar cualquier nivel de abstracción. Aunque sea poco conocida, la teoría de categorías es el fundamento de las matemáticas modernas y constituyen el marco ideal para convertirse en las matemáticas de la inteligencia.
La teoría sobre el origen de las especies fue objeto de duras críticas cuando Darwin lo publicó a mediados del siglo XIX. No es para menos, porque sus ideas provocaron que los cimientos creacionistas sobre el origen divino del hombre se tambaleasen. Sin embargo, con la teoría de la evolución también llegó la negación científica de que los seres vivos fueron creados por un ser inteligente, y con ello se reforzó la prevalencia del antropocentrismo cognitivo. El origen evolutivo de las especies produjo una rivalidad aparentemente insalvable entre ciencia y religión. Aparentemente. Si consideramos la evolución biológica como un ser inteligente, que se expresa a través de la variabilidad del código genético, entonces eliminaremos la contradicción entre el origen descrito por ciencia y religión. Además tendremos un sistema, aparte del cerebro humano, con el que estudiar los mecanismos de la inteligencia. Pero este paso está bloqueado por la mentalidad antropocéntrica.
El antropocentrismo cognitivo, o la tendencia a aceptar solamente a los seres humanos como entes inteligentes, es una de las grandes suposiciones que, sin darnos cuenta, nos inculcan desde pequeños. Haciendo una analogía con el geocentrismo que precedió al heliocentrismo, podemos preguntarnos: ¿Somos el centro del universo en lo que se refiere a inteligencia? Mi respuesta es no, y con el concepto de arrogancia científica me refiero al requisito implícito de que cualquier inteligencia debe interactuar con su entorno de forma parecida a la inteligencia humana. Este concepto también incluiría a procesos inicialmente descritos como inteligentes, pero descartados una vez se ha descubierto los mecanismos de funcionamiento del proceso. Éste es el caso del proceso de la evolución de las especies.